Cartel de la Semana Santa 2012

CARTEL DE LA SEMANA SANTA DE VALLADOLID 2012

Cartel 2012

 

Autor: Chema Concellón

 

El pasado año, la actual Junta de Cofradías volvió a encargar el reportaje fotográfico de la Semana Santa vallisoletana, en este caso la celebrada en la primavera de 2011 a mi buen amigo Pedro J. Muñoz y a un servidor, de la misma manera que la elección del Cartel Oficial anunciador de la Semana Santa vallisoletana 2012, que ha sido editado con una tirada de 7.000 ejemplares por el Excmo. Ayuntamiento de Valladolid y la propiaJunta de Cofradías de Semana Santa, recayó en una de las fotografías realizadas por mí, pero no concretamente en una de las realizadas en el 2011, si no una de las que tuve ocasión de hacer en la Semana Santa del año 2010.

Nota informativa y ficha técnica de la fotografía

 

En 2012 y según lo establecido por el sorteo realizado hace años, le correspondía ser soporte del cartel anunciador de la Semana Santa vallisoletana a una fotografía en la que se viera representada la Cofradía de la Sagrada Cena.

Tras un acuerdo al que llegaron la propia Cofradía Penitencial y Sacramental de la Sagrada Cena y la Cofradía Penitencial de Nuestra Señora de la Piedad, decidieron que este año sería cartel una imagen que representase a esta segunda cofradía, intercambiando entre ellas los años en los que les hubiese correspondido la titularidad del cartel.

Como es sabido, la mayor parte de las procesiones que se hubieron de celebrar durante la Semana Santa del pasado año, fueron suspendidas por las inclemencias meteorológicas, que en forma de lluvias intensas y continuadas impidieron el normal desarrollo de las celebraciones procesionales. Concretamente, en el caso de las dos cofradías mencionadas, ninguna de ellas pudo procesionar en los días que les hubiese correspondido hacerlo, a saber, miércoles, jueves y viernes santo.

Por este motivo, a la hora de llevar a cabo la selección de la fotografía para el cartel, hubo de recurrirse a las fotografías realizadas en los dos años anteriores, 2009 y 2010.

Este año, se pusieron sobre la mesa dos condicionantes. El primero, que la cofradía deseaba que la imagen que apareciese representada en el cartel fuese su imagen titular, “La Quinta Angustia”, obra del portentoso imaginero Gregorio Fernández. El segundo era que Gobierno Municipal tenía interés en que, dado que en los dos años anteriores no había aparecido la ciudad en el cartel, en este se intentase, si era posible, aunar Semana Santa y ciudad, de forma que también se publicitase la propia capital en el cartel, algo bastante lógico si lo que se pretende es dar a conocer con el cartel la actividad culturar, turística y religiosa que esos días se vive con tanta intensidad a orillas del Pisuerga.

Al problema añadido de que no había material disponible de esta cofradía, correspondiente a la última semana santa, y a los dos condicionantes antes expuestos, había que sumar el hecho de que la Cofradía de Nuestra Señora de la Piedad desarrolla sus procesiones en los días de mayor actividad procesional de la semana, es decir, el miércoles, jueves y viernes santo, por lo que el trabajo de los fotógrafos necesariamente se tiene que ver repartido entre todas las procesiones celebradas. El miércoles, coincidiendo con otras tres procesiones, el jueves con otras cinco a lo largo de su desarrollo, y el viernes en la Procesión General de la Sagrada Pasión del Redentor, donde el trabajo ha de ser repartido entre las diecinueve cofradías participantes.
Esto no hubiese sido causa de problema si las fotos se hubiesen realizado en el año 2011 dado que, sabiendo que al año siguiente la Cofradía de La Piedad sería titular del cartel, se hubiese intensificado y de alguna manera centrado la labor fotográfica en esa cofradía, en detrimento de las restantes que hubiesen coincidido en los horarios. Al producirse la circunstancia de las suspensiones no se pudo hacer de tal manera.

Finalmente, la fotografía elegida está realizada en la Plaza de San Pablo, a las 18:35 horas de la tarde del jueves santo, día 1 de abril de 2010, en los compases iniciales de la procesión de “Penitencia y Caridad”, justo cuando, transitando por la calle de las Angustias, la comitiva desemboca en la Plaza de San Pablo. El cortejo procesional está en movimiento, y la fotografía está tirada justo en el momento en el que la talla estuvo situada en el espacio de cielo abierto entre las torres de los Palacios de Pimentel y de Villena y la fachada de la Iglesia de San Pablo. El breve instante de la conjunción de elementos no me permitió hacer nada más que dos tomas fotográficas. Sin embargo en la toma final han quedado representadas todos los aspectos más destacables, tales como la propia talla de “La Quinta Angustia”, en un plano contrapicado que le otorga una mayor expresividad y fuerza, el tradicional exorno floral de la vistosa carroza en la que es procesionada la talla y que representa el emblema de la cofradía, los cofrades de la hermandad, tanto los que ocupan sus posiciones en la lanza como el que se ve en segundo plano, procesionando en filas con su hachón reglamentario en la mano, y la escolta a cargo de los miembros de la Policía Nacional, Cuerpo policial que es a su vez Cofrade de Honor de la penitencial de La Piedad, que aparece recortado para evitar darle demasiado protagonismo por el hecho de darse la circunstancia de que ocupa un primerísimo plano de la toma. También está recogido en la escena el público expectante al paso de la comitiva, con la imagen atemporal de los niños sentados en el bordillo de la calzada. Y como complemento de la escena propiamente semanasantera, de fondo, como escenario grandioso aparece la gótica-isabelina fachada de la Iglesia Conventual de San Pablo, obra del insigne Simón de Colonia y las respectivas torres de los ya citados palacios de Villena y Pimentel, integrantes de los denominados en el pasado “sitios reales” de Valladolid, enmarcadas a su vez por un cielo nuboso, amenazante de una de esas tormentas tan frecuentes en la primavera castellana.

La imagen, que está tomada con un ligero contrapicado para acentuar más el dramatismo y dar una mayor sensación de grandiosidad, representa los aspectos esenciales de la procesión de Penitencia y Caridad que tiene lugar en la tarde del Jueves Santo, y que no son otros que la gran expectación que despierta en el público vallisoletano y en sus visitantes, la grandiosidad del escenario vallisoletano por el que transita en los primeros compases de su recorrido, así como la solemnidad del procesionar de esta penitencial, asentada en el aporte dramático que ofrece la marea negra formada por sus cofrades y la marcialidad que marca la escolta de la Policía Nacional, así como por la espectacularidad de su carroza y su ornamentación, al margen claro está de la grandiosidad de la talla que veneran, uno de los santo y seña de la semana santa vallisoletana, obra representativa de uno de los grandes, o tal vez el más grande imaginero de las obras pasionales de esta villa.

La fotografía está realizada con una cámara Nikon D200, montando un objetivo Nikon 12.0-24.0 mm. F/4.0, y ajustada con los siguientes parámetros:

Velocidad ISO: 320
Apertura de diafragma: F/4.0
Velocidad de obturación: 1/400 seg.
Longitud focal: 12 mm. (18mm. reales, dado que la cámara utilizada no es full frame)
Modo de exposición: Prioridad a la apertura del diafragma
Sin compensación de la exposición
Sin utilización de flash.

La toma está realizada en formato horizontal, y dado que el cartel, por razones de idoneidad para su colocación en lugares públicos ha de ser realizado en formato vertical, la foto hubo de recortarse por su lado izquierdo hasta alcanzar el formato cuadrado que permitiese adecuarla para su inclusión en el formato final del cartel. En la parte recortada se podía apreciar un trozo de la fachada del Instituto José Zorrilla, así como parte de la arboleda allí existente.

La imagen tomada en formato raw fue editada con el programa Adobe Photoshop CS4, tocando niveles, enfoque, contraste, brillo, curvas de nivel, reducción de ruido, y equilibrio de color, para finalmente añadir la leyenda “Valladolid, Semana Santa 2012” con tipo de letra Maiandra GD Regular. También se añadió la leyenda “pura maravilla de arte”, en tipo de letra Harrington Regular, que la Junta de Cofradías de Semana Santa ha decidido utilizar desde este año a modo de slogan publicitario en todas sus ediciones.

Se plantearon algunas dudas en cuanto al color a utilizar de fondo, barajándose el blanco, un gris muy tenue o el negro, decantándose finalmente por este último por el hecho de ser el color del hábito de la cofradía, y empleándose finalmente los colores blanco, gris y rojo, este último en consonancia con el rojo de la cruz de la cofradía, en los textos que acompañan a la fotografía del cartel.

Glosa realizada por D. Mariano Gredilla Fontaneda, Secretario General de la Consejería de Economía de la Junta de Castilla y León, en el acto de presentación del cartel

Oración a Nuestra Señora de la Piedad:

"Bajo tu proteción nos acogemos, Santa Madre de Dios; no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades; antes bien, líbranos siempre de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita".

Alcalde.
Miembros de la Corporación Municipal.
Autoridades.
Presidente de la Junta de Cofradías de Semana Santa y miembros directivos.
Hermanos de la Cofradía Penitencial de Nuestra Señora de la Piedad.
Miembros de las distintas cofradías.
Señoras y señores.

Permítanme comenzar mi intervención agradeciendo la invitación cursada por el Presidente de la Junta de Cofradías de Semana Santa para glosar el cartel que va a anunciar la Semana Santa vallisoletana 2012. Gracias José Miguel y enhorabuena por el trabajo que, tú y todo tu equipo, venís realizando en estos últimos años.

Agradecimiento también al Ayuntamiento de Valladolid, en la persona de su Alcalde, por el apoyo a la semana Santa. Gracias Javier.

Presentamos hoy el cartel de la Semana Santa 2012.

Un cartel que recoge el momento en el que pasa ante la Iglesia de San Pablo la Procesión de Penitencia y Caridad. Momento capturado por la cámara de José María Pérez Concellón, y entre cuyos motivos principales podemos ver el paso titular de la Cofradía Penitencial de Nuestra Señora de la Piedad, "La Quinta Angustia", obra de Gregorio Fernández, datada hacia el 1625.

El cartel es el colofón de un año especialmente emotivo para todos los que somos cofrades de La Piedad.

Comenzamos 2011 con la presencia de nuestra Virgen en la exposición "Passio" de la Fundación de las Edades del Hombre en la sede de Medina de Rioseco. Continuamos en el mes de agosto con la participación en el Vía Crucis que, con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud, presidió su Santidad Benedicto XVI en las calles de Madrid. Y ya recientemente, hace escasos días. Nuestra Madre, La Virgen de la Piedad regresaba a su casa, a la sede de la cofradía, a la iglesia de San Martín. En esta solemne ocasión nos acompañó el arzobispo de Valladolid, Don Ricardo Blázquez.

Han sido pues, muchos los momentos enlos que la Cofradía de la Piedad, ha tenido una presencia relevante. Momentos a los que una cofradía sencilla como la nuestra no está acostumbrada.

Como sencillo es también el cartel anunciador de este años. Un cartel sin artificios. Tan sólo la ciudad, sus gentes y una Madre que acoge en su regazo el cuerpo del Hijo sin vida.

Y abrazando toda la escena, el cielo de Valldolid. Un cielo al que alza la vista la Madre, que parece no entender lo que ha pasado, que necesita una respuesta.

Pocas veces un cartel anunciador, ha sabido recoger con tanta maestría la esencia de nuestra Semana Santa: sencillez y sobriedad, recogimiento y respeto, Valladolid ys us gentes.

Y en una esquina del cartel, unos niños. Niños que ven pasar a la Virgen. Iguales a los niños que todos hemos sido, que en ocasiones seguimos siendo. Es como si en el cartel el tiempo se hubiera detenido. Es una escena ya vivida, un instante atemporal.

Creo, que el cartel nos permite reflexionar sobre las raíces de nuestra fe y nos da la oportunidad de recuperar viviencias y recuerdos de los años de infancia y juventud.

Dicen que recordar es como realizar un viaje. Y el inicio de este viaje a través de los momentos que me evoca el cartel anunciador de la Semana Santa, se sitúa en una etapa muy temprana de mi vida, en compañía de mi familia y de mis compañeros de colegio.

Permítanme compartir tres de estos momentos, tres de estas escenas, con todos ustedes.

Primera escena:

Mi Semana Santa, a través de este viaje a la infancia comienza el miércoles de ceniza.

Ajenos totalmente los niños de mi generación a las celebraciones y disputas entre Don Carnal y Doña Cuaresma, conocedores del "Entierro de la Sardina" exclusivamente por la representación pictórica de Francisco de Goya, distantes en más de 30 años a las modas de la Semana Blanca y otras tradiciones de reciente implantación, nuestra Semana Santa se iniciaba con la imposición de la ceniza en la capilla mayor del colegio en el que cursábamos la educación básica.

Con el debido orden y respeto, en fila de a uno, próximos a la pared, a ambos lados del pasillo, avanzábamos por cursos, desde las clases de primaria, hasta la capillamayor del colegio que estaba presidida por una imagen de la Inmaculada Concepción.

A la capilla mayor del colegio sólo se acudía con motivo de un acontecimiento importante, y éste era uno de ellos.

Con la imposición de las cenizas se nos recordaba el "polvo eres y en polvo te convertirás", y se nos hacía en la frente la señal de la cruz.

De este sencillo modo, iniciábamos los preparativos para la celebración de la Semana Santa.

Recuerdo que al llegar a casa mostrábamos a nuestra madre, con orgullo, los restos de ceniza que aún quedaban en la frente, y dábamos comienzo al segundo de los ritos del inicio de la Semana Santa. Me estoy refiriendo al siempre onmipresente bacalao desalado que teníamos ese día, y todos los viernes sucesivos, para comer.

Porque lo del bacalao, junto al ayuno y la abstinencia en cuaresma, ha sido algo parejo, consustancial e inseparable de mi SemanaSanta.

Bacalao, rosquillas, torrijas y demás dulces de Semana Santa, que acompañan nuestros recuerdos de la infancia, junto con todas esas tiendas y tenderos que han llegado hasta nuestros días en calles y plazas, y que hoy siguen atrayendo a aquellos que nos visitan.

Tiendas con olor a bacalao, a salazones, semillas, dulces y galletas vendidas a granel. Esas tiendas de toda la vida como la de D. Severo Fraile cerca de la Plaza España, quien incluía, junto con las bacaladas, en la bolsa, un puñado de caramelos para ganarse la fidelidad de los clientes.

Segunda escena:

Y tras la cuaresma llegaba la semana Santa, propiamente dicha, la de las vacaciones escolares.

El recuerdo a partir de ese momento pasa a ser íntimamente familiar, e inicia su andadura el Domingo de Ramos.

"Domingo de Ramos, quien no estrena, ni tiene pies ni tiene manos".

Nunca he sabido de dónde procede esta costumbre, pero lo cierto es, que aunque de un modo más mitigado, ha llegado hasta nuestros días.

Siempre se cumplió en mi familia con la tradición, y los tres hermanos estrenábamos una camisa, unos zapatos o unos calcetines.

Ataviada la familia con sus mejores galas y en perfecto estado de pasar revista, nos dirigíamos a misa, donde recogíamos el ramo. Algunos años, no todos, comprábamos una palma en alguno de los puestos ambulantes instalados a tal efecto.

Finalizada la misa, nos acercábamos a la zona de la catedral para esperar el paso de la Procesión de la Borriquilla, flanqueada por los cofrades más pequeños y niños de los diferentes Colegios y parroquias. Y todo mientras sonaban a través de la megafonía instalada por las calles, cánticos que proclamaban el "Hosanna al Hijo de David, ¡Aleluya!".

Esta tradición familiar, con el paso del tiempo, la he revivido, esta vez, en compañía de mi mujer y de mi hija.

Tercera escena:

Otro de los momentos familiares que asocio a la Semana Santa de mi infancia era el acudir a la Procesión de Penitencia y Caridad; protagonista del cartel anunciador de este año.

Por la tarde, al acabar de comer, salíamos de casa en dirección a la zona del Hospital Clínico. Según mi padre, era éste un buen sitio para verla pasar.

Lo que hacía distinta y diferenciaba esta procesión de todas las demás era la incorporación a la comitiva, en un determinado momento, de los presos, de los penados, que habían sido indultados, a petición de la Cofradía de la Piedad, por el entonces Gobernador Civil. (En alguna ocasión se liberaron hasta 14 reclusos).

Con tal motivo, los reos liberados vestían el hábito penitencial y ocultaban su rostro tras el verdugo.

Todos los presentes comentaban si el indultado era hombre o mujer, qué delito había cometido y la pena que le hubiera quedado por cumplir.

Y hasta aquí algunos de estos recuerdos.

Recuerdos en los que todas las procesiones discurrían en medio de un silencio y un respeto hoy, demasiadas veces desconocidos; sin más luz en muchas de las calels que la procedente de las luminarias que engalanaban las carrozas.

De este modo, pude descubrir la belleza de las tallas de Gregorio Fernández y de Juan de Juni, entre otros, que convertían y siguien convirtiendo Valladolid en un enorme escenario, en un museo al aire libre para gozo de propios y visitantes, y que el Viernes Santo transforma la ciudad en un catecismo viviente. La Semana Santa casi se palpaba; estaba presente en todo y en todos, se sentía, se respiraba, se vivía.

Recuerdos de mi infancia, de mi Semana Santa en Valladolid, que he querido en esta tarde, ya noche de enero, compartir con todos ustedes.

Creo que en estas viviencias, se encuentran los cimientos de la fe. Una fe que impregna la mirada de los niños del cartel, que ven como pasa ante ellos la Virgen de la Piedad.

Una fe que en ocasiones, como en el "San Manuel Bueno Mártir" de Miguel de Unamuno, pasa por momentos difíciles, al enfrentarnos a tantas y tantas situaciones en las que nos sentimos impotentes o incapaces de entender el porqué de lo que ni tiene, ni puede, ni debe tener justificación.

Una fe sencilla, sin pretensiones teológicas, la fe en el Dios de las pequeñas cosas, la fe en el Dios que, en palabras de Santa Teresa de Jesús, se encuentra entre pucheros y fogones.

Una fe que en Valladolid encontramos entre estas magificas tallas que recorren durante la Semana Santa sus calles, y que durante el resto del año se encuentran en Templos y Monasterios, donde las gentes sencillas acuden con sus oraciones y ruegos.

Una fe que deambula por entornos como el que recoge la fotografía, la Plaza de San Pablo, recorrida a diario por todos aquellos que nos visitan.

Finalizo.

Decía el vallisoletano Gustavo Martín Garzo en el pregón de Semana Santa que pronunción en la Santa Iglesia Catedral de Valladolid que, "La Pasión de Jesús que recordamos estos días tiene en la compasión su más íntima razón de ser. Es una historia dolorosa, pero llena de hermosura. Nos pide que nos elevemos hacia la belleza, que nos enfrentemos a la desgracia y al sufrimiento y recuperemos la inocencia de la infancia".

Una vez más, mi más snicera felicitación a Chema Concellón, y mi agradecimiento al Presidente de la Junta de Cofradías de Semana Santa, y al resto de cofradías por su labor y trabajo, no sólo en estos días, sino a lo largo del año. Esperemos que este año el tiempo nos respete y pueda ser un éxito para todos.

Gracias por su atención. Buenas noches.

 

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