La Semana Santa de Valladolid destaca principalmente por su rica tradición escultórica, que ha sido esencial para las cofradías durante siglos. De todos los géneros artísticos, la escultura es el más relevante en este contexto, ya que las imágenes esculpidas facilitan la devoción popular y están especialmente diseñadas para las procesiones.
Cada cofradía posee una imagen titular que venera, algunas de ellas creadas por los más renombrados artistas. Estas cofradías penitenciales, gracias a su prestigio, lograron que los escultores más afamados de cada época trabajaran para ellas. Por ejemplo, el maestro Juan de Juni, cofrade de la Vera Cruz, creó la emblemática Virgen de las Angustias. Gregorio Fernández, otro gran nombre de la imaginería castellana, aportó pasos procesionales inolvidables como el “Descendimiento” y “La Piedad”.
Además de las imágenes titulares, muchos artistas contribuyeron con obras adicionales para las cofradías, ya fuera para obtener un reconocimiento honorífico o para integrarse como cofrades.
El papel fundamental de la escultura en las cofradías penitenciales se refleja en los “pasos” procesionales. Este término, que evoca escenas de la Pasión y el sufrimiento de Cristo, representa composiciones escultóricas que trasladan al aire libre las imágenes que tradicionalmente se observaban en los retablos, pero en formato tridimensional. La inspiración de los artistas fue, en muchos casos, alimentada por grabados importados de Flandes, Italia y Alemania, aportando un estilo dramático similar al del teatro sacro.
Los primeros pasos procesionales del siglo XVI estaban elaborados en cartón y lino, como menciona el cronista Pinheiro da Veiga. Hoy en día solo se conserva el paso de “La Borriquilla” de la cofradía de la Vera Cruz. Con el tiempo, los pasos evolucionaron a esculturas de madera policromada, vestidas con telas y transportadas en plataformas de madera que, al ser llevadas a hombros, cobraban vida al compás de los pasos de los portadores y la luz de los cirios. Estos artistas lograron un realismo tan profundo que, mientras la dulzura y serenidad de Cristo inspiraban devoción, las figuras de los sayones, con sus expresiones crueles, provocaban el rechazo entre los fieles.
Valladolid se convirtió en el epicentro de este tipo de imaginería procesional, atrayendo a los mejores escultores que, en una rivalidad artística entre cofradías, buscaron crear obras cada vez más sublimes. A continuación, se presenta una lista de los escultores históricos y contemporáneos que trabajaron para la Semana Santa vallisoletana, junto con sus obras más representativas y las contribuciones especiales a las cofradías penitenciales.